Platón,
Sentido Común y Democracia.
Luis E. Villegas
Universidad Central de Venezuela U.C.V.
Facultad de Humanidades y Educación.
Escuela de Filosofía.
Seminario El Sentido Común.
Profesores:
Edgar Blanco Carrero / Ingrid Lares
Caracas Mayo 2024
Nota introductoria.
El
siguiente trabajo refiere a un aspecto particular del seminario el Sentido Común
(1). Está concebido como unas notas de lectura y acercamiento a una temática
diversa y amplia que se desarrolla en el mismo, que desborda cualquier trabajo
particular.
El
desarrollo en torno a la temática y
autores (2), en el presente trabajo, es como sigue; primero, en su introducción
a la filosofía política se hace referencia
a Hannah Arendt, por el interés investigativo sobre la autora de quien
escribe; seguidamente se esboza una panorámica general histórica donde se ubica
el concepto Sentido Común y luego se aborda el tema, de manera específica, en
Platón y su visión de la democracia.
Derroteros de la política
La reflexión en torno a la filosofía política busca nuevos derroteros. La configuración del mundo actual, caracterizado como posmodernidad, cuyas manifestaciones muestran los profundos cambios operados en las condiciones de la actual realidad, producidas por las llamadas nuevas tecnologías, así lo reclama.
A
partir de la aparición de los totalitarismos, hacia la mitad del siglo XX,
Hannah Arendt planteaba que el mundo había cambiado de tal manera que ya no era
posible comprenderlo con los esquemas y códigos tradicionales de análisis. Habíamos
entrado en una nueva Era.
Si
la modernidad culminaba a principios del siglo; el mundo moderno, que era otra
cosa, se iniciaba con los primeros estallidos de las bombas nucleares.
Comprender ese fenómeno fue el objeto al que dedico su vida, después que emerge
en ella la pregunta por su mundo. En esa perspectiva, en tanto que pensadora,
transito una nueva senda en la perspectiva de la filosofía política, que
denomino “Crítica Política”, haciéndonos recordar a Kant.
Arendt
nos anuncia la Política, en la era nuclear y tecnológica, como imperativo de vida; es decir, la palabra y
las relaciones entre los hombres, como el “Espacio
de la Política”, ante un mundo fuera de límites y control. Dicho de otra
manera, el ámbito de la política como ejercicio del “El Sentido Común”
“Los
hombres en plural o sea, los que viven, se mueven y actúan en este mundo, sólo
experimentan el significado debido a que se habla y se sienten unos a otros a
sí mismo”. Hannah Arendt.
La
acción del hombre sobre la naturaleza y la condición humana, ha desbordado los
límites de la racionalidad, llevándonos a un contexto de vida incierto, donde
esta en juego la especie humana, producto de los desarrollos de la ciencia y la
tecnología, donde aquellos límites autodefinidos por el hombre, en términos de
lo justo, lo ético y lo moral, fueron rebasados sin haberse constituido otra
fuentes de racionalidad, o pensamiento que rijan o equilibre las consecuencias de la razón humana
Las
decisiones en la Era Nuclear y Tecnológica rebasó la misma autoridad
técnica-científica, dado el límite que
desde su propio ámbito se crea en su lenguaje y expresión. Para Hannah Arendt,
ese espacio, dado el vacio que se crea, corresponde a la política, es el nuevo
espacio para el ejercicio de la política en un mundo; más allá de los regímenes
tradicionales que Aristóteles definiera en el marco de la Ciudad-Estado y que hoy responde a los denominadas Naciones-Estado.
En la historia
Volver
a las fuentes es el imperativo de la reflexión filosófica-política actual. Se vincula
las fuentes originarias del pensamiento con las nuevas manifestaciones de la
realidad producidas por las nuevas tecnologías, para decirlo en un lenguaje
cotidiano. Dos categorías de la reflexión filosófica, entre otras perspectivas,
emergen en la perspectiva de búsqueda
del hecho político y su configuración.: “El sentido Común” y “El ámbito de la
política” en el escenario del mundo actual.
Teniendo
como punto de partida las manifestaciones actuales que caracterizan la cuestión
política y su implicación en la
reflexión filosófica; la búsqueda nos remite a los orígenes de la filosofía y
con ella su desarrollo histórico, rastreando las expresiones del “Sentido Común”.
Partiendo
desde Kant y Gadamer, como visión contemporánea, planteada en el seminario, nos
retrotrae a la historia con Heráclito y su visión de la filosofía: “Los hombres
tienen una Razón Común”. En el fragmento 41 nos dice:
“Una sola cosa es lo sabio, conocer la razón (Logos), por lo cual todas las cosas son gobernadas por medio de todos”
Y en el 114:
“Los que hablan con inteligencia es menester que se fortalezcan con lo que es común a todos, así como una ciudad con la ley z …”
Hay una larga marcha histórica desde donde podemos
rastrear las manifestaciones de los
conceptos “Sentido Común” y “el espacio para el ejercicio de la política”,
según las formas que adquieren los gobiernos y el poder, hasta llegar a la
Posmodernidad. Así pues, una historia que se remonta a Heráclito, pasando por
el giro antropológico de la filosofía que va de la física al Ser; que continúa
con la antigüedad clásica en las figuras de Platón, Aristóteles y los Sofistas,
cruza el helenismo y la edad media, desembocando en la modernidad con el
fenómeno histórico de la revolución francesa y sus filósofos precursores. Kant
y Hegel que marcan el recorrido posterior,
cuyas reflexiones llegan hasta nuestros
días, manifestándose en esta búsqueda, en tanto que referentes, en el contexto
de la posmodernidad.
Aristóteles en su Obra “Política” definió los
regímenes políticos y sus deformaciones, clasificándolos según su naturaleza y la
experiencia histórica, en tres grandes modelos a partir de los cuales podemos
ubicar como un marco general del ámbito
para la política que dicho modelo ha configurado, o le caracteriza.
Así pues, los tipos de gobiernos son: primero, La
Monarquía o Realeza, cuya deformación generaría la Tiranía. Segundo, La
Aristocracia, cuya deformación deviene en Oligarquía, como gobierno de un
pequeño grupo de hombres que gobiernan según sus intereses económicos. Tercero,
la República o Politeia, cuya deformación genera la Democracia.
Configuración de los tipos de gobierno que se
encuentran en el ejercicio del poder que se han configurado desde la antigüedad
a la modernidad con sus especificaciones y expresiones históricas. Sin embargo.
Debemos puntualizar que a partir de la emergencia de un mundo globalizado dada
la exigencia de la expansión del capital
y los modelos imperiales de dominio con que se inaugura la modernidad,
hizo cambiar o transformar la concepción de Estado-Nación, reclamando pues,
nuevas definiciones que convergen en la idea de la política y el espacio de su
ejercicio.
Una lectura actual, en torno a la filosofía
política nos lleva a desentrañar estas categorías en el marco de la historia de
la filosofía; cuestión que se torna un imperativo en su continuidad como
lectura e interpretación; en tanto que referente del análisis que reclama la
definición actual de filosofía política.
En el marco de esta perspectiva, y como parte de
esta reflexión, abordamos pues, la perspectiva de la filosofía platónica en
aras del camino señalado.
Platón
y la democracia
Platón (Atenas 427 a 347 aC) es considerado, en
términos de la filosofía política, por algunos historiadores de la filosofía,
como un pensador apolítico, como un pensador que ha puesto en paréntesis la
cuestión política; sin embargo, su obra demuestra lo contrario; dada una lectura, no sólo desde
el ángulo de la ontología en torno a la verdad, sino desde la lectura que
incluya el ámbito del espacio público donde se ejerce la política.
La Atenas de Platón y Aristóteles vive una crisis
importante y a juicio de Investigadores y Especialistas. Esta crisis la viven
de manera distinta el maestro y el
discípulo, Platón, ateniense de nacimiento escribe la República, como utopía
que pretende salvar la ciudad. Aristóteles, meteco, por su parte, mantiene una
postura más distante ante la crisis ateniense y escribe “La Política”; un
análisis cuya característica es un texto sistemático, donde el autor se distancia
del sentimiento que vincula al ciudadano con la ciudad.
En términos generales, la figura de Platón es
central como filósofo, cuyo pensamiento marcó y marca de manera contundente el
desarrollo del pensamiento Occidental, en diferentes planos y ámbitos.
El pensamiento platónico en su estructura es
dicotómico; tiene un ordenamiento jerárquico. En su conformación están
presentes entidades que son opuestos entre sí. Dada la estructura
oposicionista, las entidades en su contraste u oposición, una se impone o
dominan a la otra. Esta estructura oposicionista forma parte de la cultura de
Occidente. Esta presente como eje institucional del pensamiento y como
racionalidad.
En este sentido, Occidente como heredero de
Platón, si podemos decir así, en general funciona a partir de entidades
opuestas, que dado su juego en el proceso de pensamiento siempre una domina
entidad a la otra. En consecuencia, en este marco general que caracteriza este
pensamiento es donde se inscribe la política en el pensamiento político
Occidental. A juicio de algunos
especialistas, consideran esta estructura de pensamiento como platónica.
En el pensamiento de Platón encontramos dos
niveles que pertenecen a esa estructura; por un lado, el mundo de las ideas,
por el otro, el mundo sensible. Dicho de otra manera, el mundo inteligible y el
mundo de los productos de la sensibilidad. En esta estructura de oposición
podemos encontrar se aplicación a diversos ámbitos tales como la religión y la
política. Para la primera la dicotomía estaría constituida por cuerpo y alma; para la segunda, seria la
dicotomía entre ciencia y opinión. Así
pues, desde esta última dicotomía estamos
en el punto de partida de la concepción política de Platón.
La política en Platón
La
política atraviesa toda su obra; sin embargo los textos principales donde
emerge con fuerza el planteamiento son: La República, El Político y Las Leyes.
Obras en las cuales la dicotomía Ciencia-Opinión
se hace evidente y en torno a ellas se
produce, principalmente, la polémica o
debate.
En
la Ciencia estaría el saber, el
conocimiento, cuyo ámbito de reflexión estaría representado por la filosofía.
En este sentido, Ciencia viene a
significar el orden de la posibilidad de acceder a las ideas. En su sentido
opuesto estaría la Opinión, que no
representa el saber, dado que a través
de ella no se llega a establecer la verdad. La Opinión pertenece al ámbito de la muchedumbre, a la “opinión común”, podemos decir.
La
aparición de la perspectiva muchedumbre, en lenguaje platónico abre
posibilidades en dirección al objetivo de nuestra búsqueda y reflexión. Es un
término que Platón usa para nombrar la masa, el pueblo, diríamos en un lenguaje
moderno. Sin embargo debemos considerar que estamos en el contexto de la Grecia
Clásica.
Tenemos
pues, que la distinción principal entre ciencia y opinión es clave para
determinar el sentido que el autor da a la política; es decir, en ambos planos,
una de las categorías nos lleva a la verdad, mientras que la otra no conduce a
la idea, no llega a conformar verdad. Aquí es larga y tendida la polémica desde
el ángulo del saber; polémica que la historia
registra como la confrontación con los Sofistas; aspecto que requiere un
tratamiento aparte.
La
obra “La República” contiene los elementos de filosofía política en Platón. Ella
nos lleva a desentrañar los elementos que conforman la Ciudad-Estado, La Polis
y su espacio en tanto que ejercicio de la política.
El Filósofo rey
La
República es el texto donde Platón traza los argumentos fundamentales en torna
a la concepción de una República ideal. El texto representa el lugar donde
explicita su pensamiento. La “República”, es pues, el texto que nos muestra el
escenario de la “República Ideal” y que corresponde al filósofo gobernar. En
este sentido, el papel e interés principal del filósofo consiste en edificar la
“República ideal”.
Este
modelo político tiene una serie de características del cual debe ocuparse y
representa la función del gobernante. En primer lugar, “La República” se
desarrollada desde el gobernante; es a él al que se le asigna toda la
responsabilidad. Él es el que tiene el poder y por tanto, posee el control que le
asegura un dominio total y por tanto puede realizar tal desarrollo de la Polis.
Segundo, el sujeto que tiene tal poder no es otro que el filósofo; es decir,
es aquel gobernante cuyo dominio y saber puede establecer un proceso para
alcanzar la verdad. Tercero, la verdad no es más que la posibilidad de acceder
al absoluto y ello hace que la realidad pueda subsistir como idealidad, sin la
deformación de lo contingente.
Esta
configuración, que exige el entramado lógico anterior, implica que el gobierno sea
conducido por el filósofo rey. Tal son los presupuestos que se exponen como
fundamentos para el establecimiento de la “República”.
Así
pues, el mito del filosofo rey, implica necesariamente el vinculo entre Poder y
Saber; vinculo genuinamente platónico. Podemos entonces formularlo a modo de
premisa general: “Todo ejercicio del poder, de ejercicio del gobierno, en la
perspectiva platónica entraña “Saber”.
El Filósofo y el saber.
La
política en la filosofía platónica se va a constituir, como formulación como ejercicio,
como función de hecho en la sociedad, sólo a partir del Filósofo rey. Esta condición
se da por ser el filósofo el único quién tiene posibilidad de acceder a la
verdad. Es una potestad que posee y por tanto, le acredita como el sujeto social que sabe.
De
ello se desprende que Saber y Política están, no solo relacionados, sino que
sobrepuestos, que forman una dupla uno y otro. Desde esta premisa podemos
comprender la arquitectura de la filosofía política de Platón. Por tanto, la
consecuencia de esta concepción es que “quien sabe es el que gobierna; por
tanto, gobierna el filósofo.
Tenemos
pues el saber como pieza central del sistema, lo que exige la reflexión
entonces es que definamos de que se
trata ese Saber que posee el filósofo.
Saber
nos remite al planteamiento de Platón en torno a su concepción del mundo; el
cual no es otro que el mundo de las ideas. Un mundo que esta ordenado de manera
inmutable, conformado por las ideas que existen en un plano distinto al ámbito
de la sensibilidad que no produce verdad y por tanto es engañoso. El filósofo
es aquel que tiene la posibilidad de acceder a ese mundo; mundo el cual Platón
lo considera como lo verdadero; es decir la VERDAD.
Un
orden verdadero, entonces, como consecuencia de la premisa, viene a representar
la JUSTICIA. En consecuencia, gobernar significa entonces, no otra cosa, que
poner en orden tanto las cosas como los seres, y quién puede hacerlo es el
Filósofo. Al instaurarse la República se está instaurando la JUSTICIA.
La República
y la educación
Situemos
esta premisa en la estructura del pensamiento platónico. El saber es poder; por
tanto, pertenece al ámbito de la ciencia; es decir, al proceso de acceso a la
verdad y corresponde al filósofo ejercerlo.
Este entramado lógico-conceptual exige del
gobierno, que tiene que ver con ello de manera sustancial, requiere que se
aborde el problema de la educación o
formación de los ciudadanos. Quiere
decir entonces que se configura un eje central en la República y en la función
del gobernante, un problema fundamental del proceso político: el vínculo entre
Saber y la Política.
Hemos
dicho que en Platón la estructura de pensamiento es dicotómica; por tanto, al encarar
el problema de la educación, tiene que existir necesariamente un ámbito del no
saber, un ámbito cuya carencia de verdad viene a conformar el otro plano de la
dicotomía.
En
este sentido, la representación del no saber es la opinión. Ella se desempeña, no en el ámbito de lo inteligible sino
en el plano sensorial; por tanto, no puede acceder a lo ideal. Esta es pues, la
condición de la muchedumbre. Esta
condición de existencia de la muchedumbre hace que el gobernante y el gobierno
tengan la necesidad de educar a los ciudadanos;
es decir instaurar una educación que se orienta desde los intereses de la
República, desde los intereses del poder y del gobierno.
En
el dialogo el “Político”, Platón señala que el conocimiento que posee el
filósofo está vinculado a las ciencias de las acciones de los seres. Esta es
una de las categorías platónicas que instituye el orden, lo exacto, lo preciso.
Entramos pues en la concepción platónica del justo medio. Esta categoría será la que rija de manera central los
distintos aspectos que van a darse en el ámbito de la República.
Platón
exige la medida exacta con que cosas y seres deben ser tratados; y ellas a su
vez, debe cumplirlas en su desenvolvimiento dentro de la República., Así pues, el justo medio es el criterio de equidad, es la medida
absoluta que supone el tratamiento de cosas y seres.
Este
aspecto es fundamental en la visión platónica, dado que el orden y la función
de cosas y seres, dentro de la República, está establecida, configurada, en un
ordenamiento inmutable y cualquier alteración a este orden afecta la República.
Tenemos
pues que seres y cosas tienen un espacio y una función cuyo límite no se puede
trasgredir sin afectar la República. Esto lleva a entender el conocimiento como
clasificación. El saber en Platón es clasificatorio y dada su caracterización
puede discernirse las cosas y los seres. En la República de Platón cada cosa,
cada ser, debe ocupar el lugar que por naturaleza le corresponda. ¡Este es el Conocimiento!
La
democracia.
¡La
democracia es el régimen de la opinión y ella siempre es plural!
La
democracia es el régimen cuyo formato es opuesto a la República. En la
Democracia la condición de pluralidad y diversidad es fundamental, es
sustancial a ella; de lo contrario no podría hablarse de un régimen de opinión.
Para
la democracia la pluralidad es irreductible a la unidad. Así pues, democracia
significa “un ordenamiento plural”. Esto crea varias perspectivas en su
desarrollo que son importantes a dilucidar, que de manera general están
contenidos en la pregunta: ¿Como funcionaría la educación en un ámbito
democrático?
Las
cuestiones que implica tal interrogante, en términos de educación y democracia
representan un tema amplio, además de complicado, que abordarlo desbordaría
nuestro proceso. Conformémonos con señalar la cuestión general de la manera
siguiente:
La
educación, en un régimen democrático, ¿tendría como propósito fundamental el
establecimiento de normas y normativas, que deben ser asumidas de manera
incondicional, a las cuales hay que adaptarse de manera absoluta, siguiendo un
criterio de Unidad, que destruye la pluralidad?
Otro
aspecto clave a considerar sería: ¿Cuál es el lugar de la libertad en la
democracia? Entendiendo por libertad el respeto a las singularidades.
Estas
cuestiones son las que están planteadas como problemáticas en el marco de la
educación contemporánea, dado que sigue el modelo platónico de educación.
En
general ocurre que ante regímenes declarados como democracias vemos que se aplican modelos educativos, que podemos decir
son estructuralmente platónico, con sus características funcionales,
clasificatorio y restrictivo; categorías todas que llevan a conformar la
Unidad.
¡No
puede haber libertad sin el conocimiento de la diversidad.
Platón Vs Homero
La
civilización que precedió a la civilización Griega, denominada Clásica, estaba
constituida por el Mito y su expresión fue la Poesía. Es una afirmación consensuada decir que las
grandes civilizaciones se erigieron en la historia, están fundadas en base a
los Mitos. Las sociedades constituidas bajo el ámbito de los Mitos, apenas las
conocemos dado el trabajo de la Arqueología y los estudiosos de las
civilizaciones, por los cuales tenemos noticias de la consistencia y duración
de tales sociedades.
Se
considera, desde el ángulo de la historia, que fueron esas primeras
civilizaciones las que dieron origen a
lo que después se constituyo como la Civilización Occidental y Cristiana. El
mundo griego es reconocido como punto de partida de ello; sin embargo la
historia va más lejos. En ese escenario se da la confrontación del Mito y la
Razón, donde Platón confronta a Homero.
Como
hemos defino ya, el Sentido de la política para Platón es un orden donde las
personas se comportan de una manera dada. Están sujetas a un orden y ese orden
corresponde a una clasificación, tanto de cosas como de seres. Este es el
escenario y el formato cuyo desplazamiento llega hasta nosotros.
La
política es un arte en cuanto que tiene la capacidad de producir ese orden
platónico que ya hemos definido. Tenemos
pues que sus premisas fundamentales son: el reconocimiento; la asignación de
funciones y el ámbito clasificatorio. La erección de esa triada es lo que
Platón considera como la Justicia.
El
gran enemigo de “La República”, para Platón, es Homero. Históricamente Homero
fue el forjador de las bases fundamentales de Grecia. Tras la controversia
entre Razón y Mito se manifiesta el hecho que Platón le disputa ese rol a
Homero.
Platón
considera a Homero uno de los primeros Sofistas en la historia de Grecia. Los
sofistas son, históricamente hablando, los representantes de la Democracia en
Grecia. Platón los rechaza y los combate, varios de sus diálogos están
dedicados a ese tema.
Son
relativistas y esto es intolerable, insostenible para la “República”. Para ellos no existe “La Verdad”,
existen verdades. Platón les combate porque ellos hacen que la verdad este
ajustada a la manera como los individuos perciben las cosas; por eso hay tantas
verdades como individuos.
Lo
no definido, lo hibrido para platón representa lo monstruoso. Lo no definido no
se puede nombrar, clasificar. El nombre representa el principio de
clasificación. En el sentido moderno el arte representa la sobre-naturaleza; es
decir el arte no es una copia de la realidad. Esto se manifiesta en la
escritura y la pintura; por tanto atenta contra la “República”.
Finalmente,
tras este recorrido podemos afirmar que el espació para el ejercicio de la
política en Platón es el gobernante y ese gobernante debe poseer el saber.
La
muchedumbre, cuyo espacio es la opinión, esta signada por la obediencia y para
ello debe ser educada.
En
la República platónica no hay espacio para el Sentido Común, que se conforma a
partir de la opinión, como ámbito de la política.
En razón de tales premisas podemos decir que
Platón destierra a los Poetas y Pintores de la República y asigna un papel de
obediencia a la muchedumbre.
En
tal contexto y condiciones que establece la “República, podemos afirmar que no
puede existir Democracia.
Notas
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(1) El Sentido Común es la temática que se aborda en el seminario dictado por los profesores Edgar Blanco e Ingrid Lares en la Escuela de Filosofía de la UCV. Su desarrollo abre un horizonte amplio de reflexión en relación con la política y la filosofía. El presente artículo forma parte del desarrollo de dicho seminario, y el aspecto abordado es un ángulo entre los muchos que del seminario se despliegan.
(2) Las fuentes
del presente artículo son; el Seminario mismo, algunos manuales clásicos de la
historia de la Filosofía, páginas web
y la retoma de algunos textos de
los autores referidos.
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